sábado, 3 de abril de 2021

POEMAS PARNASIANOS, SIMBOLISTAS Y DECADENTISTAS

 Parnasianismo: “El colibrí”, de Charles Marie René Leconte de Lisle

El verde colibrí, rey de las colinas,
viendo la aurora y el sol claro
brillar en su nido de hierbas finas,
como fresco rayo del aire escapado,

alzó el vuelo por las fuentes vecinas,
donde siente el bambú el mar azaro,
donde la asoca de fragancias divinas
y al corazón un relámpago ha dado.

Hacia la dorada flor desciende, se posa,
liba tanto amor en la copa de la rosa,
que muere salado, sin agotarla, tal vez.

En tu labios puros, ¡oh, mi bien amado!
¡Cómo el alma que quiso perecer
del primer beso que la ha perfumado!


Simbolismo: “Las conchas”, de Paul Verlaine. 

Cada concha incrustada
en la gruta donde nos amamos,
tiene su particularidad.

Una tiene la púrpura de nuestras almas,
hurtada a la sangre de nuestros corazones,
cuando yo ardo y tú te inflamas.

Esa otra simula tus languideces
y tu palidez cuando, cansada,
me reprochas mis ojos burlones.

Esa de ahí imita la gracia
de tu oreja, y aquella otra
tu rosada nuca, corta y gruesa.

Pero una, entre todas, es la que me turba.

 

Decadentismo: “El alma del vino”, de Charles Baudelaire.

Cantó una noche el alma del vino en las botellas:
«¡Hombre, elevo hacia ti, caro desesperado,
desde mi vítrea cárcel y mis lacres bermejos,
un cántico fraterno y colmado de luz!

Sé cómo es necesario, en la ardiente colina,
penar y sudar bajo un sol abrasador,
para engendrar mi vida y para darme el alma;
mas no seré contigo ingrato o criminal.

Disfruto de un placer inmenso cuando caigo
en la boca del hombre al que agota el trabajo,
y su cálido pecho es dulce sepultura
que me complace más que mis frescas bodegas.

¿Escuchas resonar los cantos del domingo
y gorjear la esperanza de mi jadeante seno?
De codos en la mesa y con desnudos brazos
cantarás mis loores y feliz te hallarás.

Encenderé los ojos de tu mujer dichosa;
devolveré a tu hijo su fuerza y sus colores,
siendo para ese frágil atleta de la vida,
el aceite que pule del luchador los músculos.

¡Y he de caer en ti, vegetal ambrosía,
raro grano que arroja el sembrador eterno,
porque de nuestro amor nazca la poesía
que hacia Dios se alzará como una rara flor!»

 

 

 


Charles Marie René Leconte de Lisle



Paul Verlaine


Charles Baudelaire